"(...) La cuerda, enlazada en la testud del toro y éste, presto en toriles, la misma, cuelga todavía débil en el palo de embolar. La imagen de la Virgen de la Cueva Santa, ocupa un sitio preferencial frente al palo. Todo segorbino se aclama a la patrona por unos instantes... De pronto la cuerda tensa, la gente tira de la misma y el toro sale de los toriles vigoroso, con la cabeza alzada, dejándose ver y pronto la multitud y los prestos emboladores, se afianzan al animal para fijarlo en el palo (...).
(...) Es el ritual que me embriaga y es el fuego de las bolas que me llaman, el aroma a cera quemada, el aroma del toro que desde su salida domina al viento. Es el calor grande que corre por la plaza. Y es la gente grande, es la cuerda tensa, el palo fuerte, el toro atado y el mozo estirando. Son los hierros en los cuernos, es el valiente del rabo, es el acompasado campanilleo de los cascabeles del collar que en el morrillo el toro ya lleva. Ese campanilleo que seca mi garganta...
El toro resopla con fuerza y mira con fijeza. Solo quiere salir del palo... ¡Fuego a las bolas...! Las bolas se prenden vivas e iluminan la belleza del toro. Nos quedamos solos. El toro quieto, el del rabo y yo con el cuchillo templado en la mano mirando la vagada de la cuerda por donde cortar... La mano firme y el cuchillo serio. Y es un corte seco, y rompe la soga, y sale mi toro embolado...
Sale el toro del palo, airoso, cabeceante acompañando por el mozo del rabo por unos instantes... ¡Corre toro!, ¡Corre!...! (...)."
Antonio Berbís Fenollosa ("Cortar una cuerda")
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